Realmente amas a tu maridito cuando te ríes de cosas como éstas...

... te dice que se acabó el papel higiénico. Buscas como loca los rollos de papel higiénico porque sabes que aún quedaban varios... y los encuentras dentro de una bolsa que él mismo guardó y cerró. ¿Para qué? Who knows. Él tiene un particular sentido del orden.

... quieres conversar con él antes de dormir pero te contesta con monosílabas y dice estar agotado. Y a las 4.30 a.m. te despierta el ruido del hombrecito hablando dormido cual loro.

... son las 9 p.m. Te preparas para ponerte en off, es decir, ver tele y nada más. Y claro, él tiene el horario al revés y comienza a hacer mil y un cosas muy diligentemente.

... le dices que ese atuendo está un poco matado, que cambie de look. Y se molesta y se va tal cual a trabajar. Y al día siguiente que va simplemente a dejar un recibo, te pregunta qué se pone.

Un médico amable y preocupado por su paciente

Acabo de regresar de traer a mi papá del geriatra. Él se chequea en el Rebagliati, pero dada su edad avanzada y estado delicado, de vez en cuando lo llevamos al geriatra. Mi mamá también tiene varios achaques y ambos han sido enfermizos desde mi más tiernos recuerdos, así que he conocido a un variopinto ejército de médicos, desde aquellas épocas en que venía el doctor a tu casa, hasta los consultorios de las clínicas en estos días.

Ir al Seguro por una emergencia es lo peor que puede pasarte. Los pacientes están ahí tirados a la buena de Dios, pasando frío, miedo, dolor, esperando largas horas para ser atendidos incluso de pie a pesar de estar muy mal. Nuestro sistema de salud es pésimo y los que pagan los platos rotos son los ancianos. Ellos que en las culturas antiguas eran los depositarios de los conocimientos y por tanto eran los más respetados y venerados, hoy son dejados de lado y abandonados a su suerte por la sociedad en general (y lastimosamente por los propios familiares a veces).

Bueno, este doctor que lo ve en esta clínica es genial. Es un doctor mayor (le calculo 60 años), cálido, amable con el paciente y ¡¡¡¡se preocupa por la calidad de vida del paciente!!!! Eso me dejó turulata, señoras y señores. Me hizo ver, muy amablemente, que yo privilegiaba el extremo cuidado en la dieta por encima de la calidad de vida de mi papá, que ya está bastante deprimida por los cuidados que necesita, la poca movilidad que tiene, la dieta, etc. etc. etc. Por tanto, podríamos hacer algunas concesiones para que disfrute de alguna manera y sobrelleve mejor su situación.

Me quedé tan tonta con su actitud... no sabía cómo agradecerle. Fue también amable con mi mamá y nos explicó algunas cosas sobre las complicaciones que tiene la salud de mi papá. Hace muchísimo tiempo que no encontraba un médico así, salvo el pediatra de mi hijo, lo cual tampoco es un consuelo porque no creo que existan pediatras gruñones, duros o poco amables con los niños (aunque una vez me tocó una loca quien en lugar de tranquilizarme pues tenía a mi bebé recién de dos semanas --y jamás jugué a las muñecas--, me dijo que seguramente con mi mamá estaría mejor la criatura).

Ojalá todos los geriatras sean así, y sería mucho mejor si los otros médicos toman esa actitud y desechan la ajena o la condescendiente (pacientes=niños malcriados). Si las personas que tenemos algo de instrucción cometemos errores en el cuidado de la salud o no preveemos cosas, en el caso de gente más ignorante que uno esto debe ser terrible. Los médicos podrían tomarse un par de minutos para explicar la situación del paciente y lo que podemos hacer para ayudar en nuestra recuperación en lugar de lanzarnos una receta y la fecha de la cita siguiente.

Fue un gran consuelo la actitud del médico. ¡Gracias, doctor P!

Los celulares y los niños

En esta última Navidad mi hijo (9 años) pidió el popular scooter de 3 ruedas y un celular. Le dijimos que no le compraríamos un celular porque no era necesario, que el día que él comenzara a salir solo, yo iría corriendo a comprarle uno. Por supuesto, el ñaño no estuvo de acuerdo: "Pero si todos mis amigos del colegio tienen".

Y es cierto. Un día fui a recogerlo pues se quedó haciendo la catequesis de la Primera Comunión y encuentro a los chicos que esperaban a su movilidades jugando, hablando o enviando mensajes en sus celulares. Niños de la edad de mi hijo y mucho menores que él.

No me parece adecuado poner un celular en manos de niños tan pequeños. Odio a las empresas que promocionan "Mi primer celular". Los niños deben de tener límites y si los padres no se los ponemos, entonces quién lo hará. Un día el ñaño salía bien campante rumbo a la movilidad con el mp3 en las orejas y el gameboy en una mano y en la otra llevaba mochila y lonchera. Aguanta!!!! Elige qué llevas, no vas con ambos y además, ya sabes que si los sacas en el cole, los pueden decomisar y adiós aparatajos. Súmenle el celular, luego un ipod... ¿Tiempos modernos? No, cada cosa en su momento y circunstancias.

Si bien el celular garantiza la comunicación, lo normal es que el niño vaya de casa al colegio y/o alguna actividad extracurricular, y sea recogido por la movilidad o los propios padres. Salvo escasas excepciones, todo está controlado.

He visto a niños de 5 o 6 años con un celular en la mano. Lo que los padres no parecen preveer es que así como el celular les garantiza la comunicación con sus niños, también permite que otras personas se comuniquen con ellos, sin contar el tiempo que pierden en clases enviando mensajitos.

Nosotros crecimos sin celulares y sobrevivimos, claro, eran otros tiempos, pero creo que mi hijo puede sobrevivir un par de años más sin un celular.

Con la música no se juega (inspirada en un post del Rojo)

Mi rutina común es trabajar en casa, y si escucho música, pues ochentera y algo de salsa de la brava, me gustan también los blues, el jazz y la música de Motown. Mi amorcito escucha música africana y el ñaño escucha... reguetón!!! Horrorrrrrrrr!!! Felizmente le metí de contrabando en el mp3 música de Queen, Rolling Stones, Black Eyed Peas, Soda... y le gustó. Uff, aún hay esperanzas, jajaja.

A veces trabajo en la oficina de una de mis mejores amigas, cuyas computadoras no tienen parlantes pero sí tenemos un televisor sin cable. Mi amiga L está acostumbrada a trabajar con la bulla de la tele, no puede hacerlo sin ese fondo musical. Hace mil años que no veo ningún canal local y escuchar los gritos, imprecaciones y demás de los personajes de las telelloronas mexicanas, venezolanas y etc. hacen que me ponga malhumorada, aunque con un poco de práctica he aprendido a abstraerme (ommmmm) y casi logro olvidar al dichoso aparatajo ese.

El año pasado, por estas épocas, estuve trabajando fuera de Lima. En el centro de trabajo, afortunadamente todos compartíamos los gustos musicales: ochentas, rock en español, salsa brava, lo clásico de los noventas y... la música de los dibujos animados de nuestra chiquititud, jajaja, ¡en serio! Pero al llegar a la casa, que compartíamos con otra gente del proyecto, horror. Una chica quería escuchar huaynos ayacuchanos (ahí si que hago honor a mi nick y me quedo blue de por vida. Dejénme contarles que mi familia es de allá y crecí escuchándolos y deprimiéndome) y cuando los ponía, los ánimos terminaban por los suelos, otra quería escuchar Ritmo Romántica y tenía un repertorio de baladas muy "amplio" por llamarlo de alguna manera: de Alexander Pires a los Iracundos, pasando por la trova cubana, Mocedades, Miriam Hernández y qué se yo. Eso sí, nos encantaba su cd de Miguel Bosé. Un chico quería escuchar salsa y, siendo el más joven del grupo, sus gustos salseros eran demasiados lights para mi gusto, los otros chicos normal mientras fuera rock o salsa. Y otra de las chicas, mucho menor que yo, quería oir la hora del lonchecito... plop. A mí no se me ocurriría jamás, salvo si estoy en un taxi, donde me parece el marco musical de cajón.

¿Qué hacer? Tomar la iniciativa (mejor dicho, adelantarnos a todo el mundo): llegaba corriendo, encendía Zeta Rock & Pop y ahí nos quedábamos hasta que las señoritas románticas comenzaban a desesperar y terminábamos escuchando a Alexander Pires o Miguel Bosé, pero ambos eran aceptados por consenso. En todo caso, nunca hubo resentimientos, siempre aceptamos todas las propuestas y cuando el populorum (todos) decía nones, no nos piache, pues se respetaba el asunto.

Hace un par de meses trabajé con un grupo muy simpático. Los problemas surgían al escuchar música. En esta oficina, la chica más antigua tenía parlantes que funcionaban mientras que las demás computadoras tenían parlantes inservibles, sospechoso, ¿no? Ella tenía algo de música en la compu pero ponía siempre el mismo cd de no sé qué grupo francés al cual terminé odiando. Eso sí, muy educadita yo, jamás protesté. Otra chica tenía harta música y la descargó en la laptop (¡gracias a Dios funcionaban sus parlantes!). Ella misma se definía como "ecléctica" en sus gustos musicales. Era increíble todo lo que escuchaba, de todo: podías escuchar a Olga Tañón luego de Abba y después The Cure y por ahí escuchabas Rolling Stones y Tam Tam Go. De vez en cuando uno de los chicos y yo le pedíamos salsa (tenía puros clásicos) y ahí saltaba la otra chica: ni hablar, que le cambien la música, y lo mismo si era algún grupo que no le gustaba. ¿Y cuándo nos torturaba con su grupo punk francés? Lo que me parecía increíble es que de pronto ponía su música cuando la otra chica estaba atendiendo los pedidos musicales propios y ajenos. Alucinante. Claro que todos nos reíamos, pero no podía evitar sentirme mortificada por su falta de... respeto, tacto, atención, ¿todas las anteriores?
Es muy difícil que un grupo heterogéneo en edades y orígenes escuche la misma música. Más tranca es encontrar a personas suficientemente abiertas a explorar nuevas melodías y nuevos grupos, y peor aún es tratar de encontrar a gente que no acapare la transmisión de la música. Trato siempre de hacer un esfuerzo pero tampoco soy un angelito súper tolerante, eh?? Más de una vez estuve a punto de ahorcar a algún compañero que ponía "La culebrítica" en medio de una jornada de chamba. Todos tenemos nuestros límites.

40 años!!!!

Hoy cumplo 40 años!!! Aún no termino de creérmelo. Me parece que ayer nomás estaba en la universidad, que antier fui al cole y que hace poquito me juergueaba a morir. No llego a base 4 angustiada por la vejez, ni por las canas, ni porque ya no tengo 25. Me preocupa el futuro de mi hijo, no haber logrado cumplir algunas metas de etapas que debo haber superado ya, y me molesta no tener algunas cosas materiales que imprescindibles tampoco son.

Miro con esperanza los tiempos que se avecinan y con curiosidad también. Tampoco todo es color de rosa, ¿eh? A veces mi sensibilidad anda a flor de piel y lloro cual magdalena, peleo con mi amorcito, riño con mi hijito y me disgusto conmigo misma. Pero creo haber logrado algunas cosas: conozco mis fortalezas (me tomó tiempo, muchísimo!!!) y puedo enfrentar mis debilidades con mejores herramientas. Me falta todavía mucho por desarrollar. Vamos, no es que tienes 40 y tienes la sapiencia del maestro Yoda. Al contrario, cada día es todo un reto y una aventura. Ver crecer a mi hijo es la principal y superar mis miedos e inseguridades es otra. Y sobre todo, disfrutar de los colores de la vida. Quien no ha tenido depresión (la de a deveritas, no el "estar depre", o "feeling blue"), no sabe lo que es ver todo gris. Así que ahora veo todo de mil colores y espero seguir así siempre.

Este blog es un reto por muchos motivos: lograr la disciplina para escribir, continuar aprendiendo a reirme de lo que me pasa, sobrellevar mis muchísimas horas diarias sentada frente a la computadora y así, muchos más.
Happy b'day to me!!!! Bienvenidos los 40!!!

Thanks God it was Friday

Son las 5 p.m!!! Cierre la compu, asegúrese de no dejar el messenger abierto, coja sus chivas, despídase de sus compañeras de encierro, deséeles "buenfinde" y chape su micro, cójalo antes de las 5.30 p.m. si no quiere demorarse una hora en lugar de 30 minutos. Viaje soñando con escuchar música, tomar una limonada heladita mientras enciende la compu para seguir chambeando y tal vez comer más tarde un heladito o un dulcecito .
Toque el timbre de casita y mientras su parejo la recibe con cara de susto y le va diciendo que recogió a su papá del parque porque se había caído al cruzar la pista y algunas almas caritativas lo levantaron y lo sentaron en una banquita, piense que thanks God it's Friday y que nada puede alterar su buen humor.
Vaya, regañe al anciano que se escapó para comprar una Coca-cola aprovechando que su esposa estaba durmiendo y la empleada estaba planchando de espaldas, recuérdele que su salud es delicada, que todos se preocupan por él, que usted no puede trabajar con la angustia de "que estará haciendo mi papá", que ya tiene casi 80 años y da más problemas que su hijo de 9.
Tome aire y haga oídos sordos a las protestas del anciano que no toma conciencia de cuán golpeado está, los moretones que tiene y las complicaciones que su alicaído estado de salud puede tener.
Abrace a su hijito, déle un beso, tome un vaso de limonada helada, ponga el CD de Queen, prenda la compu y vuelva a respirar hondo. Hay que seguir chambeando.

Alianza Lima 1 - Señor de Sipán 0

Hace algunos días mi hijo tuvo la oportunidad de conocer a Walter Alva. Cuando salimos del lugar, le digo: "Hijo, qué suerte, has conocido al descubridor del Señor de Sipán y has podido hablar alguito con él. Es un arqueólogo importante y valioso, y vale la pena recordar que lo has conocido. Cuéntale a tus amigos".

Respuesta. "Si, mami. ¿Sabes? El papá de D lo llevó a conocer al equipo de Alianza y le firmaron su pelota".

Tiempo después...

Hace unos meses me reuní con mis amigas de código de la universidad y escribí este post (siempre pensando en iniciar el blog y siempre aplazándolo).
Anoche escapé de mi rutina. Una conversa en el chat y decidimos reunirnos. Varias de nosotras no nos veíamos desde los días universitarios, otras habíamos podido reunirnos muy esporádicamente en los últimos años.

Seis mujeres reunidas, seis maneras distintas de ver la vida, seis historias diferentes, cuatro madres, tres divorciadas, una sola con pareja estable. No puedo dejar de recordar nuestro primer ciclo como cachimbas. Infinitas horas discutiendo y defendiendo lo indefendible. Largas horas en los jardines con el pretexto de estudiar para la práctica de más tarde. Siento mucha empatía con algunas de ellas, aunque nuestras historias sean tan distintas y nuestra suerte en la vida también.

Todas hemos crecido, algunas han madurado, otras nos hemos quedado a medio camino (ejem, ejem). Algunas estamos (ejem, ejem) “igualitas”, como en aquellos años maravillosos. Otras tal vez más gorditas e incluso con nueva “pechonalidad”.

Tragos van, Tragos vienen. Recordamos a los amigos de aquellos años, a los que partieron antes, a los que aún frecuentamos. Contra mi costumbre me quedo callada y observo… casi no participo en las conversas. “Ellos” son el tema recurrente (creí que en algún momento alguien iba a proponer un brindis: “Por ellos, aunque mal paguen”). Mi lado apático mira la hora y dice: “Despídete, mañana tienes que levantarte antes de las 6. Tu serie favorita debe estar por comenzar”. Pero el cariño, la curiosidad y sobre todo, no querer escuchar la consabida frase: “¡Eres una falla!” hacen que me quede y obedientemente asienta cuando proponen salir a tomar algo en un bar cercano.

Odio salir a un lugar público. La bulla de la música (aunque sea mi música favorita) me impide escuchar bien (¿sordera prematura?) y mi voz se apaga entre el barullo. Pido mi infaltable Coca-cola y trato de escuchar y participar. Mil imágenes, recuerdos y conversaciones perdidas bailan ante mis ojos y oídos. Somos seis mujeres que han salido adelante solas. Hemos recorrido un largo camino y seguimos dispuestas a beber la vida de un solo tirón, tal como cuando nos conocimos.

Aún puedes confiar en el prójimo

Hace algunos días tuve que devolver el regalo de Navidad de mi hijo. Fui lista para hacer un lío de llonja, de esos que no suelo hacer porque soy muy lady y porque soy muy tímida también (sobre todo por esto último). Pero habiendo hecho la compra de marras en Mesa Redonda (todo por llegar tarde y ya no encontrar en Ripley), me daba miedo... no quería otro artefacto: quería TODITO mi dinero, que era regular. Así que el asunto era "retroceder nunca, rendirse jamás".

Bueno, los empleados eran unas bestias. No entiendo cómo pueden poner gente así para atender al público. Estamos hablando de la galería más importante, no de cualquier hueco. Finalmente llegó la chica que hizo la venta y súper atenta, tranquila, calmó a todos (incluyendo a mi maridito a quien poco le faltaba tirarle un combo a un vendedor faltoso) y me dijo que el dueño no estaba pero en cuanto llegase se comunicaría conmigo.

Me fui a casa pensando que tendría que regresar al día siguiente o dos días después para reclamar nuevamente. Grande fue mi sorpresa al recibir antes de dos horas la llamada del dueño, quien muy amablemente me solicitó que vaya a ver cómo podíamos arreglar el asunto.

El pata era realmente un buen negociante (este pechito atendió en la tienda de sus progenitores largos años, así que sabe cómo es la nuez). Me ofreció tres alternativas:
1) Llévese el artefacto (que no funcionaba) con un súper descuento. (Tas loco).
2) Tenía otro (también fallado supongo) que podía unir con lo que está bueno de éste y así me llevaba uno que funcionase. (Tas won).
3) Que lo espere hasta el 5 de enero como plazo máximo para devolverme el dinero (era 26 de diciembre). Literalmente dijo que necesitaba vender el aparato (¿encontrar otro incauto?) para devolverme mi dinero. Le dije que era mucho tiempo, pero me dijo que esa fecha era un plazo máximo que él se daba, podía ser que lo vendiese mucho antes y me llamaría inmediatamente. Como aún creo en la bondad humana, mejor dicho, porque soy ilusa según las normas de este mundo, acepté y me fui contenta a casa. Estaba tranquila en parte porque tenía una especie de guía con los datos de la tienda, y era evidente que no me habían dado boleta de venta, por lo que podía denunciar al pata, y él mismo me había firmado la parte trasera del papelucho, comprometiéndose a la devolución de mi platita.

Este señor me explicó que ellos compraban tanta cantidad de cosas que era imposible revisar una por una, que lamentaba que yo hubiese tenido la mala suerte de recibir uno fallado. Yo le dije que recordaba quedándome hasta muy tarde en la noche en época navideña, probando con mi papá todos los juguetes, justamente para que no nos pase esto. En fin, el hecho es que su actitud fue correcta.

Mi amiga C me dijo muy amigablemente que era una gran cojinova por aceptar ese trato. Que coja a mi marido y lo lleve al día siguiente a reclamar mi dinero porque el tipo me había estafado, que sabe Dios si hasta esa fecha el puesto ya no existía (yo le decía que era un puesto fijo, conozco la galería de pe a pa), que el tipo seguro se iba de viaje y yo me quedaría sin dinero, etc., etc. Mi hermana dijo algo similar. Conclusión: yo la gran cojuda again que aún cree que vive en el Paraíso.

Me quedé súper mortificada. No sólo era el rollo de tener al ñaño sin regalo, sino la posibildad de perder el dinero. Pensé regresar el 28 con el padre de la criatura --que estaba fuera de Lima-- para reclamar mi dinero (desvalida yo), pero el 27 por la tarde recibí la llamada del señor de la tienda quien me dijo que podía pasar a recoger el dinero... Volé, recogí, comprobé que los billetes no eran falsos (a esas alturas desconfiaba hasta de mi sombra), agradecí y me fui.

El pata actuó correctamente, como tenía que ser. ¿Por qué tenemos que pensar SIEMPRE que las cosas no ocurrirán así y tendemos a pensar lo peor de las personas? ¿Cómo podemos vivir en un mundo así? A diario me enfrento a esto en la crianza de mi hijo. ¿Cómo logro enseñarle a alcanzar el equilibrio entre vivir e interactuar con normalidad con el mundo que lo rodea y no dejar que le metan el dedo, algo tan común en este triciclo ambulante llamado Perú? Pásenme la bola de cristal, por favor.

¡Bienvenido 2008!

Y así nomás llegó el 2008!!! La pasamos súper tranqui, con los vecinos, conversando animadamente y en familia. Unos días antes ya habíamos celebrado por adelantado y llegamos a casa casi a las 6 a.m. ¡Genial! Hacía muchísimo tiempo que no hacía eso. Lo malo fue tener que levantarme dos horas y media después, snif. Ni modo. Me hacía mucha falta una salidita así, ver a la family, unos cuñados a los que extraño mucho, las cuñadas tan lindas como siempre... la familia que siempre quise tener y que aún ahora me resulta esquiva (ese es otro propósito de Año Nuevo...).

Estos primeros días han sido algo raros: terminando un trabajo feo que estaba pendiente, haciendo de ama de casa (¡yo!), y corriendo de acá para allá. Creo que el lunes retomo la rutina de siempre: ya me hace falta.

¡Y Sol, decídete pues! Luego de unos días de fuerte sol, ahora solamente falta que llueva!!! Noooo, quiero mi verano de siempre!!!

He vuelto a escuchar música... de muchos tonos y colores!!!!