Mi rutina común es trabajar en casa, y si escucho música, pues ochentera y algo de salsa de la brava, me gustan también los blues, el jazz y la música de Motown. Mi amorcito escucha música africana y el ñaño escucha... reguetón!!! Horrorrrrrrrr!!! Felizmente le metí de contrabando en el mp3 música de Queen, Rolling Stones, Black Eyed Peas, Soda... y le gustó. Uff, aún hay esperanzas, jajaja.
A veces trabajo en la oficina de una de mis mejores amigas, cuyas computadoras no tienen parlantes pero sí tenemos un televisor sin cable. Mi amiga L está acostumbrada a trabajar con la bulla de la tele, no puede hacerlo sin ese fondo musical. Hace mil años que no veo ningún canal local y escuchar los gritos, imprecaciones y demás de los personajes de las telelloronas mexicanas, venezolanas y etc. hacen que me ponga malhumorada, aunque con un poco de práctica he aprendido a abstraerme (ommmmm) y casi logro olvidar al dichoso aparatajo ese.
El año pasado, por estas épocas, estuve trabajando fuera de Lima. En el centro de trabajo, afortunadamente todos compartíamos los gustos musicales: ochentas, rock en español, salsa brava, lo clásico de los noventas y... la música de los dibujos animados de nuestra chiquititud, jajaja, ¡en serio! Pero al llegar a la casa, que compartíamos con otra gente del proyecto, horror. Una chica quería escuchar huaynos ayacuchanos (ahí si que hago honor a mi nick y me quedo blue de por vida. Dejénme contarles que mi familia es de allá y crecí escuchándolos y deprimiéndome) y cuando los ponía, los ánimos terminaban por los suelos, otra quería escuchar Ritmo Romántica y tenía un repertorio de baladas muy "amplio" por llamarlo de alguna manera: de Alexander Pires a los Iracundos, pasando por la trova cubana, Mocedades, Miriam Hernández y qué se yo. Eso sí, nos encantaba su cd de Miguel Bosé. Un chico quería escuchar salsa y, siendo el más joven del grupo, sus gustos salseros eran demasiados lights para mi gusto, los otros chicos normal mientras fuera rock o salsa. Y otra de las chicas, mucho menor que yo, quería oir la hora del lonchecito... plop. A mí no se me ocurriría jamás, salvo si estoy en un taxi, donde me parece el marco musical de cajón.
¿Qué hacer? Tomar la iniciativa (mejor dicho, adelantarnos a todo el mundo): llegaba corriendo, encendía Zeta Rock & Pop y ahí nos quedábamos hasta que las señoritas románticas comenzaban a desesperar y terminábamos escuchando a Alexander Pires o Miguel Bosé, pero ambos eran aceptados por consenso. En todo caso, nunca hubo resentimientos, siempre aceptamos todas las propuestas y cuando el populorum (todos) decía nones, no nos piache, pues se respetaba el asunto.
Hace un par de meses trabajé con un grupo muy simpático. Los problemas surgían al escuchar música. En esta oficina, la chica más antigua tenía parlantes que funcionaban mientras que las demás computadoras tenían parlantes inservibles, sospechoso, ¿no? Ella tenía algo de música en la compu pero ponía siempre el mismo cd de no sé qué grupo francés al cual terminé odiando. Eso sí, muy educadita yo, jamás protesté. Otra chica tenía harta música y la descargó en la laptop (¡gracias a Dios funcionaban sus parlantes!). Ella misma se definía como "ecléctica" en sus gustos musicales. Era increíble todo lo que escuchaba, de todo: podías escuchar a Olga Tañón luego de Abba y después The Cure y por ahí escuchabas Rolling Stones y Tam Tam Go. De vez en cuando uno de los chicos y yo le pedíamos salsa (tenía puros clásicos) y ahí saltaba la otra chica: ni hablar, que le cambien la música, y lo mismo si era algún grupo que no le gustaba. ¿Y cuándo nos torturaba con su grupo punk francés? Lo que me parecía increíble es que de pronto ponía su música cuando la otra chica estaba atendiendo los pedidos musicales propios y ajenos. Alucinante. Claro que todos nos reíamos, pero no podía evitar sentirme mortificada por su falta de... respeto, tacto, atención, ¿todas las anteriores?
Es muy difícil que un grupo heterogéneo en edades y orígenes escuche la misma música. Más tranca es encontrar a personas suficientemente abiertas a explorar nuevas melodías y nuevos grupos, y peor aún es tratar de encontrar a gente que no acapare la transmisión de la música. Trato siempre de hacer un esfuerzo pero tampoco soy un angelito súper tolerante, eh?? Más de una vez estuve a punto de ahorcar a algún compañero que ponía "La culebrítica" en medio de una jornada de chamba. Todos tenemos nuestros límites.